Las dudas se agolpan en la mente de Bình mientras acompaña a la Gare du Nord a Gertrude Stein y Alice B. Toklas, que emprenden el regreso a América tras una prolongada estancia en París. ¿Debería seguir a la famosa pareja, a quien ha servido de cocinero durante cinco años, o reanudar su vida de emigrante marginado en Francia? ¿O tal vez sería preferible regresar a Saigón, de donde partió muy joven empujado por unas circunstancias dolorosas cuyos recuerdos no ha logrado disipar? El tiempo pasado en el concurrido apartamento de la rue Fleurus, donde se da cita la «generación perdida», término acuñado por Stein para referirse a sus amigos literatos, buscavidas y expatriados, ha dejado una huella imborrable en Bình. En un relato apasionante, rememora las experiencias más intensas que le ha tocado vivir, desde su infancia en Vietnam hasta sus encuentros con el Hombre del Puente y el Hombre del Dulce Domingo, dos personajes cruciales en su aventura parisina. Y como paisaje inmutable, la cocina: para el joven Bình, que nació en el Saigón colonial, cocinar es una manera de recordar ―sus menús combinan sutiles platos orientales con la tradicional tarta de manzana americana― y también de amar. La sal, que da título a la novela, es no sólo una metáfora del deseo, sino un elemento vital y omnipresente, cargado de simbolismos: el sudor, las lágrimas, los alimentos, la mar. Con una prosa llena de sensualidad, esta primera obra de Monique Truong ―best-seller en Estados Unidos y galardonada con diversos premios― dibuja un amplio y detallado mapa de emociones y ofrece un vívido retrato de unas figuras, un tiempo y un lugar de profundas resonancias literarias.