Esta valiosa reconsideración de los fundadores del pragmatismo muestra la vigencia de sus concepciones en el debate actual sobre la tolerancia y la libertad en las sociedades actuales.
Tendemos a considerar como incuestionables las ideas de la tolerancia y el pluralismo sin hacernos cargo de que, por ejemplo en la antigüedad la diversidad de puntos de vista no se entendía como muestra de vitalidad, sino como signo de decadencia y herejía. Sólo a partir de la Ilustración, nuestra tradición cultural comenzó a valorar esas ideas como un bien positivo.
Aunque se pueda alegar que la fuerza que consolida a los estados liberales modernos sigue siendo la de los sentimientos, de la tradición y de los intereses personales, la creencia en la tolerancia en tanto creencia moral compartida es un hecho importantísimo, ya que la cohesión de las sociedades modernas no se funda en una única visión del mundo. Al contrario, apreciamos la diversidad de opciones cuando se trata de elegir nuestros destinos, no sólo con respecto a actividades y profesiones, sino también como la posibilidad de decidirnos, dentro de ciertos límites, por diversos sistemas de valores, metas, normas y costumbres.
Lo que llamamos Ilustración fue en buena parte un movimiento intelectual que aspiraba a este tipo de «sociedad abierta»: no sólo trató de encontrar un fundamento político e histórico, sino también epistemológico, capaz de incluir argumentos sobre la incerteza de nuestra conciencia moral y religiosa. Los problemas generados por la Ilustración son todavía los nuestros. Sigue siendo una cuestión abierta si una sociedad ilustrada puede evitar el escepticismo moral corrosivo sin recaer en el autoritarismo moral.
Todas estas cuestiones han motivado a Hilary Putnam a volver a dedicarse al pragmatismo, a los textos de Peirce, James y Dewey y también de Wittgenstein, quien, según el autor, muestra importantes afinidades con el pragmatismo.
La presente obra comienza con un análisis de William James, en el que se pone de relieve su insistencia en la inseparabilidad entre hecho y teoría y entre hecho e interpretación. A continuación, el autor trata de situar el último Wittgenstein en su relación con el pragmatismo. Finalmente, Putnam muestra las herencias de Peirce, James, Dewey y Wittgenstein en algunos debates filosóficos contemporáneos.
La intención del autor es mostrar que el pragmatismo ofrece algunas perspectivas filosóficas y también políticas bastante mejores que lo que demasiado a menudo se suele considerar como "única alternativa" en el presente.